¿Cuáqueros hoy en día?

Después de leer algunos de los libros de nuestro sitio web, muchas personas se comunican con nosotros con preguntas sobre la Sociedad de Amigos (Cuáqueros) en la actualidad, queriendo saber si todavía existe un grupo de cristianos así, o si hay alguna manera de conectarse con ellos. Otros ya han buscado en línea y han encontrado una gran discrepancia entre los principios de los primeros Cuáqueros y los de los Cuáqueros modernos “liberales”, y están confundidos con respecto a las verdaderas creencias y prácticas de los Amigos. Este artículo pretende abordar brevemente estas preguntas.

Desde la perspectiva de los creadores de este sitio web, la obra del Señor en y a través de la antigua Sociedad de Amigos de del sigo XVII fue un regreso a la vida, luz, poder y pureza originales del evangelio proclamado por Cristo y los apóstoles, y descrito en las páginas del Nuevo Testamento. Los Cuáqueros no estaban empezando algo nuevo; estaban regresando a algo muy antiguo. Se estaban volviendo de todo corazón hacia ese cristianismo transformador y guiado por el Espíritu del primer siglo, no deseando nada más que glorificar a Dios al conocer y vivir la verdad como es en Jesús.

Los Amigos mantuvieron una gran medida de fidelidad y pureza durante muchas décadas, incluso en medio de una gran persecución, y por mucho tiempo era común escuchar incluso a creyentes de otras denominaciones comentar que, entre todas las sociedades y persuasiones cristianas, los Cuáqueros eran los más entregados y firmes en su compromiso con Cristo. Pero, tristemente, hacia las décadas de 1820 y 1830, muchos de la Sociedad de Amigos se habían alejado mucho de su fundamento original. La mayoría de los miembros en ese tiempo habían nacido dentro de la Sociedad, heredando su membresía de sus padres. Y a medida que el tiempo pasaba, cada vez había menos personas que se habían unido a la sociedad por su propia experiencia directa de la luz y la gracia purificadora de Cristo, el poder que, en las palabras de William Penn, era “su principio fundamental, y la raíz del excelente árbol que creció y se ramificó a partir de él.” Aun quedaba un remanente vivo de miembros y ministros fieles incluso en esta fecha tan tardía (hombres y mujeres como Daniel Wheeler, Thomas Shillitoe, Sarah Lines Grubb, John Barclay, Ann Branson, Christopher Healy, etc), pero “los afanes de este mundo, los engaños de las riquezas, y los deseos por otras cosas” ya habían abierto muchas brechas para los asaltos del maligno, y sus maquinaciones estaban bien calculadas para derribar lo que quedaba.

Ya en 1819, un hombre llamado Elias Hicks comenzó a difundir doctrinas nuevas y perversas por toda la Sociedad de Amigos en América. Aunque hablaba mucho de una “luz interna” y afirmaba que sus enseñanzas estaban en acuerdo con los principios de los primeros Cuáqueros, la verdad es que estaban muy alejados de las antiguas creencias de la Sociedad (y del cristianismo en general), y por lo tanto fueron rechazados y repudiados por los más experimentados y fieles. Sus elocuentes sermones exaltaban un tipo de religión espiritual que hablaba mucho de amor, justicia, abolición de la esclavitud, y de otros conceptos que sonaban bien, pero él llevó a sus seguidores a un desprecio total de Jesucristo, de las Escrituras y de muchos fundamentos de la fe cristiana—como la encarnación, el nacimiento de la virgen y la divinidad de Cristo, la expiación por medio de la cruz, la existencia de Satanás, etc. Él enseñaba que Jesucristo no era más que un hombre que siguió la “luz interna,” y que, por ello, fue dotado con divinidad, diciendo frecuentemente, “el mismo poder que hizo a Cristo cristiano debe hacernos cristianos; y el mismo poder que lo salvó a él debe salvarnos a nosotros.” Con el tiempo, Hicks y sus seguidores provocaron la primera de dos grandes divisiones en la Sociedad de Amigos, separándose de los Cuáqueros “ortodoxos,” e iniciando su propia sociedad separatista de Cuáqueros “Hicksitas” en 1827.

En un intento evidente (y entendible) de apartarse de estos errores, y de evitar la “luz” falsa que predicaban los Hicksitas, los Cuáqueros en Inglaterra pronto comenzaron a apartarse de muchos de los principios y prácticas originales de los primeros Amigos, especialmente de aquellos que tenían que ver con la dependencia del cristiano de una experiencia interna del Espíritu de Dios. Influenciados mayormente por la predicación y los escritos de Joseph John Gurney, muchos que no habían sido seducidos por Elias Hicks comenzaron a conformarse con un cristianismo más tradicional y formal que ya no enfatizaba la luz y la gracia de Cristo como el maestro y transformador del corazón, y la fuente de toda verdadera adoración y ministerio. A lo largo de varias décadas, estos llamados Cuáqueros “Gurneyitas” se apartaron progresivamente de muchos de los preciosos testimonios cristianos que Dios había restaurado a Su iglesia en el resplandeciente comienzo de la Sociedad de Amigos. De modo que, para fines de los años mil ochocientos, los amigos se habían convertido en un cuerpo pequeño, degenerado y dividido, y los dos mayores grupos (los Hicksitas y los Gurneyitas) se asemejaban muy poco a esos hombres y mujeres fieles que habían trastornado el mundo por su fidelidad a “la Verdad en lo íntimo” (Salmo 51:6).

Hoy en día, la gran mayoría de las personas y grupos que usan el nombre Cuáqueros tienen muy poco o nada en común con la Sociedad original de Amigos de George Fox, William Penn, Robert Barclay, Isaac Penington, etc. No es nuestra intención ofender a los Cuáqueros modernos al decirlo, pero una simple comparación de los libros, doctrinas, prácticas, sermones y vidas de los antiguos Cuáqueros con los de hoy habla por sí misma. Los primeros Amigos no eran activistas sociales. Eran discípulos sinceros de Jesucristo, creyentes en la Biblia, y quienes primero experimentaron sus corazones limpiados en una buena medida del pecado mediante una sumisión absoluta a la gracia de Dios, llevando su cruz diaria; y luego, siendo cambiados y guiados por el Espíritu de la Verdad, se volvieron hombres y mujeres cuyas vidas manifestaban la naturaleza justa de Su Salvador en todo lo que hacían, tanto en privado como en público. Esto, por supuesto, los llevaba a testificar abiertamente contra la opresión, la esclavitud, la persecución y la guerra, porque esas cosas son contrarias al Espíritu de Cristo. Pero, a nuestro juicio, los “Cuáqueros liberales” de hoy buscan (de diversas maneras y en distintos grados) valorar y sostener algunos de los frutos externos más visibles de la antigua Sociedad, sin conocer ni permanecer en su Raíz Viva. Hablan mucho de justicia social, equidad, integridad, paz, amor, etc., que son sin duda palabras e ideas hermosas. Pero incluso un destello de la luz VERDADERA brillando en el corazón es suficiente para ver que la versión del hombre de estas cosas no solo se queda corta, sino que a menudo se opone a la perspectiva y al propósito de Dios. Es una verdad inmutable, como Cristo nos enseñó, que “ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.” Los primeros Amigos, por lo tanto, entendieron y predicaron que todo el verdadero bien que un hombre puede conocer o hacer debe ser fruto del Espíritu de Dios—fruto que crece en corazones que se apartan del yo y del pecado, y siguen a Cristo en el camino de la cruz.

Al crear el sitio web y la aplicación de la Biblioteca de Los Amigos, nuestro objetivo no ha sido resucitar la Sociedad de Amigos, o rescatar el nombre Cuáqueros de quienes lo malinterpretan. Los nombres prácticamente no significaban nada para los antiguos Amigos; ellos eran un pueblo que valoraba más las cosas que los nombres, la sustancia más que las palabras. De hecho, el nombre de Cuáqueros se les dio en desdén cuando George Fox instó a un magistrado a que temblara ante la Palabra viva de Dios. Hay un motivo muy simple detrás de nuestros esfuerzos en este proyecto, y de nuestro amor por estas publicaciones, que solo es este: creemos que los primeros Amigos conocían el verdadero evangelio de Cristo—la luz, la vida y el amor de Dios—y aprendieron a vivir en él. Y hemos descubierto que sus escritos, y aun más sus vidas, predican esperanza y brindan ayuda a la generación de buscadores que están trabajados y cargados bajo el peso del pecado, la confusión y la religión sin vida.