John Richardson

John Richardson

La vida de John Richardson (1667-1753) es una poderosa confirmación de las palabras de Jesús, que las cosas celestiales “están escondidas de los sabios y de los entendidos, y son reveladas a los niños,” y que Su “poder se perfecciona en la debilidad.” Aunque empezó su vida como un niño pobre del campo con poca educación, Richardson se volvió un estudiante fiel en la escuela de Cristo, donde no sólo aprendió verdades espirituales y misterios celestiales, sino que llegó a experimentar sus ropas lavadas, su mente renovada y su corazón transformado. Esta instructiva porción es un extracto de su diario que relata sus primeros años, su crecimiento espiritual y su llamado al ministerio. Nació en Inglaterra, pero viajó como ministro durante la mayor parte de su vida adulta, visitando dos veces las colonias americanas, donde victoriosamente defendió la verdad en contra de “ese lamentable apóstata” George Keith.

Fui a visitar a ese querido y antiguo Amigo John Richardson, quien visitó dos veces América por causa de la verdad, y se esforzó demasiado durante su día por esparcir y promover el evangelio de paz y salvación en la tierra. Aunque era anciano y débil de cuerpo, él estaba fresco y vivo en la vida de la religión, y cuando estuve con él, mi corazón fue refrescado en la unidad y comunión de la vida divina.

- Daniel Stanton

Libros de John Richardson

Selección del Diario de John Richardson
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Selección del Diario de John Richardson

John Richardson

Selección del Diario de John Richardson

Un extracto del diario del siervo de Dios, John Richardson, que contiene un relato de las pruebas y tribulaciones de su juventud, sus increíbles experiencias espirituales, y sus primeros servicios en la obra del Ministerio.

  • 46 páginas
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Mapa de Reino Unido.

“Al siguiente día estuve en Castleton. Pasé una hora con ese emblema de inocencia, y en la tarde cabalgué diez millas hacia la casa donde reposa el arca, es decir, a la casa de John Richardson, quien al siguiente día fue conmigo a Pickering, y luego regresé con él a su casa, donde nos sentamos y conversamos casi hasta al amanecer.”

Samuel Fothergill